Ojú, que pechá de llover en Córdoba. Como decía aquélla chirigota del Selu: ¿Donde está el lorenzo Dios mío de mi alma?
Son ya muchos días de lluvia seguidos y muchos días aguantando el ataque de las Baldosas Trampa. ¿Que usted no sabe qué es una baldosa trampa? Seguro que la habrá sufrido en alguna ocasión. Le explico: Usted va caminado bajo la lluvia por el centro de la ciudad, intentando esquivar los charcos y que el paraguas de algún transeunte no le salte un ojo, y todas las baldosas de la calle le parecen iguales. Pero de pronto, al pisar una baldosa, un chorro de agua sucia y fria sale a presión desde el suelo y le empapa el zapato, el calcetín y la pernera del pantalón hasta la altura de la rodilla, como mínimo (se saben casos de alguna baldosa trampa en las que, por la altura que llega a alcanzar el chorro, merecerían el nombre de baldosa-bidé). Una alegría. En ese mismo instante, no sé por qué extraña asociación de ideas, todo el mundo suele acordarse mucho de algún familiar cercano de nuestros más altos regidores municipales.
Es decir, son baldosas que, aleatoriamente y a lo largo de la calle, están sueltas. Con la lluvia, acumulan el agua bajo ellas y el mecanismo es el mismo que el de una mina antipersona: al pisarlas, sueltan la carga. Bien es verdad que una mina antipersona tiene más mala leche. La baldosa trampa ni te mata ni te arranca la pierna, pero produce unos cabreos monumentales y una ruina en tintorería. Y si vas a una reunión de trabajo con tu pantalón de vestir, lógimente en cuanto que llegas tienes que explicar lo sucedido, no vayan a pensar que se te ha meado encima un gran danés.
Curiosamente, las baldosas trampa suelen proliferar en las zonas donde el pavimento lleva menos tiempo colocado o recientemente reformadas, por lo que he llegado a la conclusión de que el único aspecto en que la humanidad no evoluciona, sino que retrocede, es en el de las técnicas constructivas. El cemento del siglo XXI debe ser de peor calidad que el de hace cincuenta años o que el de la época de los romanos (enseguía se le iba a soltar una baldosa a un albañil de Corduba).
Hay que acabar con las baldosas trampa. Un operario municipal con una espuerta de cemento y un palaustre, poquito a poco, sin prisa: ahora pego esta baldosa trampa, ahora esta otra..Y si no hay dinero ni para eso, por lo menos que las señalicen con unas pegatinas o adhesivos (como los que deja la Grúa Municipal en los bordillos cuando retiran un vehículo, por ejemplo), para que los sufridos y mojados contribuyentes podamos esquivarlas. El diseño de la pegatina, se lo regalo. Ahí va, junto a la foto de unas acechantes baldosas trampa que fotografié ayer en la calle Morería:
Ciertamente estoy de acuerdo contigo en que son una porquería y desde luego que si no las arreglan que pongan pegatinas :) pero aún así siendo una guarrada que te mojes con el agua de lluvia, peor aún es que sin llover y estando el suelo seco pises una baldosa y te pringues sabe Dios con qué..., o bien, que estas losetas se conviertan en lo que vulgarmente se llama "mataviejas".
ResponderEliminarPienso que al igual que el Ayuntamiento está tan presto y diligente para poner multas, también habría que hacer lo mismo con él.
Un saludo.
Un saludo. Gracias.
ResponderEliminar